Lorenzo Perrone era un albañil de la región de Piamonte, pertenecía a un grupo de hábiles albañiles que eran trabajadores civiles y que contratado por la firma italiana Boetti., en 1944, se encontró formando parte de un equipo asignado a cierto proyecto de construcción en el campo de Auschwitz.
En ese mismo lugar estaba Primo Levi (1919-1987), escritor italiano, judío, quien se había graduado en química en la universidad de Turín. Levi fue un activista en la resistencia antifascista y en una redada fue arrestado y terminó en Auschwitz, donde su tarea era mezclar cemento para los albañiles que estaban realizando tareas de construcción.
El encuentro entre los dos italianos ocurrió un día, durante el verano de1944.
Levi escuchó a Perrone hablar con otro trabajador en el mismo dialecto que el suyo y se animó a hablar con él.
A partir de ese día se despertó en la mente y el corazón de Lorenzo, el compromiso de ayudarlo a sobrevivir Auschwitz.
Perrone llevó comida a Levi todos los días durante medio año, hasta fines de diciembre de 1944 ya que luego, con el frente cada vez más cerca, los trabajadores extranjeros fueron enviados a casa.
No sólo la comida extra, (parte de la ración de comida de Perrone, y parte de lo que podía extraer del comedor militar), salvaron la vida de Levi sino su humanidad y su afecto.
Levi estaba muy preocupado por hacerle saber a su madre, oculta en Italia, que estaba vivo.
Los judíos tenían prohibido escribir cartas; sin embargo, los trabajadores civiles no judíos, como Perrone, podían hacerlo.
Lorenzo aceptó escribir una carta, redactada por Levi en lenguaje cifrado, y enviársela a la madre de Levi por intermedio de una amiga no judía.
En agosto, como si fuera para Perrone, Levi recibió una carta y un paquete de su madre y su hermana.
La última reunión en Auschwitz entre los dos se produjo una noche después de un intenso bombardeo aliado. La explosión había reventado uno de los tímpanos de Perrone.
Primo Levi describió a Lorenzo Perrone como “un hombre sensible, casi analfabeto, pero en realidad una especie de santo ... Casi nunca hablamos.
Era un hombre silencioso. Rechazó mi agradecimiento. Casi no respondió a mis palabras.
Simplemente se encogió de hombros: toma el pan, toma el azúcar. Guarda silencio, no necesitas hablar”.
Perrone impactado por lo que vio en Auschwitz se volcó a la bebida.
Después de la liberación, Primo Levi se puso en contacto con Perrone y lo visitó en Fossano.
Ahora fue Levi quien trató de salvar a Perrone; hizo los arreglos para que fuera hospitalizado y curado, pero en vano.
“No era un hombre religioso, no conocía el evangelio, pero instintivamente trató de rescatar a la gente, no por orgullo, no por gloria, sino con buen corazón y comprensión humana.”
Lorenzo Perrone falleció de tuberculosis en 1952.
En 1988 Yad Va Shem le otorgó el título de Justo entre las Naciones.
“Gracias a Lorenzo no me olvidé que yo también era un hombre” Primo Levi.