Salvador - España

Lola, Amparo y Xulia Touza Domínguez

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Lola, Xulia y Amparo Touza eran tres hermanas que trabajaban en el quiosco de la terminal de la estación de tren de Ribadavia, en Ourense-Galicia, a unos veinte kilómetros de la frontera con Portugal.

Ellas montaron una red, que, con la ayuda de dos taxistas, un barquero y un intérprete, llevaba hasta la frontera de Portugal a judíos que escapaban de la Shoá. 

Nos relata Gerardo Di Fazio, en su artículo publicado por Infobae el 16 de septiembre de 2020, que: “Fue, ese poblado, el centro más importante de los judíos gallegos”, El 4 de marzo de 1881, se inauguró la estación de ferrocarril de Ribadavia, paso de la vía férrea Entre Vigo y Orense.

Lola, Xulia y Amparo Touza eran tres hermanas que trabajaban en el quiosco de la terminal de la estación de tren de Ribadavia, en Ourense-Galicia, a unos veinte kilómetros de la frontera con Portugal.

Ellas montaron una red, que, con la ayuda de dos taxistas, un barquero y un intérprete, llevaba hasta la frontera de Portugal a judíos que escapaban de la Shoá. 

Nos relata Gerardo Di Fazio, en su artículo publicado por Infobae el 16 de septiembre de 2020, que: “Fue, ese poblado, el centro más importante de los judíos gallegos”,

El 4 de marzo de 1881, se inauguró la estación de ferrocarril de Ribadavia, paso de la vía férrea entre Vigo y Orense.

En el andén de esa estación, se construyó el kiosco, que años después regentearían las tres hermanas y en la que se gestaría una red que salvó a 500 judíos de la aniquilación.

Durante el año 1941, entre los pasajeros del tren, había grupos de judíos que huían de los campos de concentración.

Cruzaban la frontera francesa hacia España con el objetivo de llegar a Portugal para, desde allí, marcharse a Estados Unidos, a América Latina, o donde pudieran y así salvarse de una muerte segura.

Un día a las hermanas les llamó la atención, un hombre que estuvo durante horas en un banco de la estación.

Lola se acercó a hablarle y éste le contó que era judío y que estaba escapando para salvar su vida.

Las hermanas Touza no contaban con grandes contactos ni eran mujeres especialmente bien relacionadas, pero eran solidarias, sabían del dolor y del amor al semejante.

Así se iniciaba una red clandestina que arrancaba en los Pirineos, terminaba a la otra orilla del Río Miño, en Portugal, y que convirtió a Ribadavia en un punto de referencia de ayuda a los judíos.

La red estaba compuesta por los siguientes protagonistas: Ramón Estévez -el barquero; los taxistas Xosé Rocha Freixido y Xavier Míguez (apodado la calavera)

y Ricardo Pérez (el evangelista), quien como había vivido en Estados Unidos y también hablaba polaco, hacía las veces de intérprete y nexo entre los que trataban de huir

y las hermanas.

Mucha gente del pueblo sabía, pero nadie hablaba. El silencio de la gesta duró sesenta años.

Paco Rego en su Crónica (Un suplemento de elmundo.es) relata la historia y presenta testimonios.

Se cree que la red, estaba conectada directamente con el cónsul portugués Arístides de Souza.

Cuando recibían el aviso, sabían si en el tren que circulaba ese día había alguien que las necesitaba o no.

Los pasajeros solo tenían que preguntar por “la madre", que así era conocida Lola. (ese era su nombre en clave)

Las hermanas escondían a los fugitivos que llegaban en el tren, en un pequeño espacio bajo el piso ,que habían preparado en el quiosco y por la noche los llevaban a su casa.

Permanecían allí hasta que supiesen que era seguro cruzar la frontera a Portugal.”

Lola había ideado tres rutas de escape: por senderos, carreteras de tercera o cruzando el Miño.

Según la ruta elegida para cada ocasión, actuaba el salvador que correspondía.

Varias veces sus vidas corrieron peligro, ya que la Gestapo apareció en el pueblo en cuatro ocasiones preguntando por La Madre, pero los ribadenses no hablaron. 

Ni siquiera la guardia civil tenía la información de dicha actividad.

Las hermanas Touza nunca quisieron hacer conocer esta historia.

El secreto no fue develado hasta 2005, cuando el escritor Antonio Patiño Regueira, develó su historia, en su libro “Memoria de Ferro”. 

Había jurado a Lola no darla a conocer hasta que las tres hubiesen fallecido.

Lola murió el 26 de junio de 1966, Amparo el 6 de febrero de1981 y Xulia el 6 de junio de 1983.

El 7 de septiembre de 2008, el Ayuntamiento de Ribadavia puso una placa en el que fue su domicilio: “A las tres hermanas Lola, Amparo y Xulia Touza. Luchadoras por la Libertad”.

En el mismo año, El Centro Peres por la Paz, plantó en Jerusalén un árbol, con el nombre de Lola Touza, que recuerda su labor.

Lola era conocida como “la madre”, las tres como “las madres” y la estación como “Estación libertad”.

Emilio Ruiz Barranchina, escribió en el año 2016 una novela titulada “Estación libertad”, que luego fue llevada al cine. En ella narra la gesta de las tres hermanas.

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