El valor de perder
El arquero que se dejó hacer un gol en la final de una Copa Mundial de la FIFA
František Plánicka El mejor arquero de la historia de Europa del Este (noveno mejor del Siglo XX por la IFFHS), nació en Praga, en ese entonces parte del Imperio Austro-Húngaro y actualmente República Checa, el día 2 de junio de 1904.
La agilidad era su punto fuerte y por eso se lo apodó con el sobrenombre de "el gato de Praga".
Comenzó jugando al fútbol en pequeños equipos, hasta que en 1923 se incorporó al Slavia de Praga, equipo en el que permaneció 13 temporadas.
En el año 1934, fue la segunda edición del Campeonato Mundial de Fútbol masculino organizado por la Fifa.
Tuvo lugar en Italia ,entre el 27 de mayo y el 10 de junio de dicho año y era la primera vez que se realizaba en Europa, ya que el primero tuvo lugar en Uruguay.
Pero este no era un contexto cualquiera. Estaba en el poder Benito Mussolini, Il Duce,quien gobernaba Italia desde la plataforma del Partido Fascista Republicano bajo un régimen totalitario.
El vió en la Copa del Mundo, la oportunidad de una propaganda política y nacionalista sin límites ,con el objetivo de vender al exterior los logros e ideales del fascismo italiano.
Por eso no iba a permitir de ninguna manera que el título mundial se le escapase a la selección italiana.
En este contexto de eliminación directa, Italia y Checoslovaquia llegan a la final, el día 10 de junio de 1934 en el llamado “Estadio Nacional del Partido Nacional Fascista” de la ciudad de Roma.
Una noche antes, en la concentración los futbolistas recibieron la “visita” de Mussolini, quien les advirtió que, si no obtenían la victoria en la final, los mandaría a degollar y para que no quedaran dudas; pasó su dedo índice sobre su cuello.
El partido definitorio fue absolutamente parejo.
Un hombre de Mussolini entró al vestuario en el entretiempo para recordarles a los jugadores la “visita” de la noche anterior, y entregó una nota manuscrita al entrenador italiano que decía:
“Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar”.
En la cancha , la situación se complicó, la selección checoslovaca, con Planicka en el arco, se puso en ventaja mediante un gol de Antonin Pu, 15 minutos antes de la finalización del encuentro.
En el minuto 81, Raimundo Orsi mete un gol y lleva el partido a un alargue, aliviando así el terror de la selección italiana.
Planicka era sabidamente intraspasable, pero de pronto un disparo mordido y esquinado de Ángelo Schiavio le dio el título del mundo a los italianos, al colocar el 2 a 1 definitivo.
Este disparo despertó sospechas, ya que tranquilamente podía haber sido alcanzado por el arquero checoslovaco de grandes y conocidas habilidades, pero no lo hizo.
Obviamente, nunca fue oficial ese “favorcito”, pero Ángelo Schiavio -gran gloria del Bologna- no se lo creyó tan fácilmente, más aún cuando en ese momento, la mirada de complicidad del arquero al sacar la pelota del arco era completamente evidente: les había salvado la vida.
De alguna forma, Planicka se enteró del peligro que corrían los jugadores italianos.
Este podría haber sido campeón del mundo y darle el primer título a su país.
Pero fue más importante para él la vida de los jugadores del equipo rival, totalmente amedrentados por Benito Mussolini.
Aquel gol consagratorio de Schiavio fue el último que hizo con la selección italiana ya que nunca más volvió a vestir dicha camiseta y ni siquiera festejó el título.
El dictador logró su cometido, y los italianos fueron salvados .
Volvieron a consagrarse en Francia 1938, donde también fueron amenazados por Mussolini, en esta ocasión vía telegramas.
Frantisek Planicka falleció el 20 de julio de 1996 a la edad de 92 años.
Registros póstumos constatan que el mismo Schiavio le regaló la medalla de oro de Campeón del Mundo, con una carta adjunta que decía :
“Gracias, nos salvaste la vida. Afectuosamente, Ángelo Schiavio “.
El arquero Planicka fue tan importante para el fútbol checo, que se le realizó un funeral
y oficial y Karel Poborský, capitán de la selección checa por aquel entonces, retrasó la firma de su contrato con el Manchester United para poder asistir al entierro.
Sin dudas, la historia de Planicka nos enseña que la vida humana y la ética deportiva deben estar por encima de cualquier cosa; incluso, que de la propia gloria.
Esa fue su mayor hazaña y su historia merece estar en el podio de los campeones.
Por su extrema deportividad y juego limpio, la UNESCO lo premió en 1985.